El hotel está en ubicado en un lugar muy bonito, ya que el recinto que ocupa era la antigua casa del abad de Ampudia y por ello cada sala o habitación son diferentes y están perfectamente decorados. La habitación que nos dieron era doble y muy amplio, pues prácticamente eran dos habitaciones separadas por un pasillo donde en medio estaba el baño. El personal muy atento, en especial el director, que lleva poco tiempo en el cargo.
El desayuno muy muy rico y variado, y el lugar perfecto para descansar. Cierto es que en el pueblo no hay absolutamente nada de vida (al menos en el mes de febrero). El WIFI funcionaba regular en las habitaciones