Los pobladores del estado de Espírito Santo, en Brasil, han sido bendecidos con 360 días de sol y una flora espectacular que ha hecho famoso al lugar. Los capixaba, pobladores de Espírito Santo, son de carácter amable, siempre entusiastas por mostrar lo mejor de sus ciudades y preocupados por una sola cosa: que el turista tenga una de las mejores experiencias al visitarlos.
La capital del estado, Vitoria, es una ciudad depositada suavemente sobre una isla de 45 kilómetros de superficie donde se juntan una infraestructura moderna, con numerosos hoteles de todas las tarifas, edificios modernos, arquitectura barroca y gótica, un centro histórico colonial y hermosas playas como Ilhia do Boi, Praia da Castanheira y Curva da Jurema. Junto a los museos de arte moderno y los teatros (como el Carlos Gómez, réplica exacta del teatro de la Scala en Milán) se encuentra el Mercado Capixaba, donde se venden artesanías de la región, principalmente objetos tejidos en mimbre y alfarería de gran belleza. Pero si de belleza se trata, hay que recorrer los jardines de la ciudad para fascinarse con la variedad y aroma de las flores.
La ciudad más antigua del estado es Vila Velhia, también rodeada de playas y con un centro histórico coronado por el Convento de Penhia, muy visitado por los fieles. Otro de sus atractivos es la famosa fábrica de chocolates Garoto, que ofrece recorridos guiados y cuenta con una tienda para que nadie se quede con ganas de probarlos. Los hoteles en Vila Velhia son de los mejores de la zona y cuentan con un gran ambiente.
Lleno de contrastes, Espírito Santo tiene en su territorio la Pedra Azul, una formación rocosa desde la cual se tiene una vista impactante del lugar. Al punto más alto de la Pedra se puede llegar a caballo (se rentan en numerosas partes) y ahí se puede gozar de los platillos de la más pura gastronomía ¡italiana! Esta región fue poblada por inmigrantes italianos y alemanes, lo que hace que su influencia se sume a la portuguesa.
Finalmente, la población de Marataizes es célebre en el mundo por sus hermosas playas, algunas de ellas, como Praia Siri, casi virgen y frecuentada por una cantidad limitada de turistas. Esto no ha impedido que se levanten ahí muy buenos hoteles con los mejores precios de la región. Esta zona del estado puede considerarse paradisiaca y nadie que haya pasado ahí sus vacaciones ha dejado de soñar con volver.