La ubicación es excelente, en Plaza Cornavin, frente a la estación de tren. Perfectamente comunicado con el aeropuerto y con toda la ciudad (tren, tranvía, autobús, trolebus). Muy céntrico, ideal para visitar la ciudad, casi todas las zonas de mayor interés (centro histórico, catedral,, Lago Léman, Puente Monto Blanc,...) están muy cerca, se puede llegar caminando perfectamente. El hotel es agradable, decorado en estilo clásico. La habitación (al menos la nuestra) era amplia y cómoda, bastante bien equipada con todo lo necesario. El desayuno es bastante bueno, completo y variado. El trato del personal muy bueno, son muy amables, atentos y serviciales. La relación calidad-precio es buena, teniendo en cuenta los servicios más que correctos que ofrecen, que es Ginebra y la ubicación. Recomendable, para repetir en otra futura visita a Ginebra.