El hotel es bonito y cómodo, los dueños muy amables y la temperatura perfecta.
Lo malo es que las paredes es como si no existiesen, se escucha todo y es difícil descansar. Los perros son aceptados, pero no bienvenidos, al menos por la recepcionista nocturna. El desayuno más bien pobre:café, infusiones, tostadas y algo de fruta.
Fácil de aparcar y zona muy tranquila y bonita.